Takano Gakuen

Érase una vez...

En la época más remota de la tierra, cuando ni siquiera los mares se habían formado y los desiertos dominaban el planeta, dos inmortales se encontraron y ya nada volvió a ser como antes. Ninguno de ellos podía borrar la existencia del otro, porque ambos eran vitales para el comienzo de la civilización, a pesar de saberlo, en vez de lograr la convivencia, preferían vivir en discordia, odiándose mutuamente a causa de sus diferencias.

Así nacieron los samuráis y los ninjas.


El primero, tenía una personalidad serena, calculadora. A medida que caminaba sobre la arena, se preguntaba cuál sería el propósito de los Dioses que le habían encomendado en aquella vieja tierra de la que ya nadie recordaba su existencia. Mientras que el otro inmortal, no hacía más que ofuscarse por el simple hecho de no tener nada divertido que hacer, más que vagar por un desierto sin fin, del que cualquier humano se hubiera vuelto loco de atar.

Cuando aquel inmortal encontró el oasis que los Dioses les habían obsequiado, se puso a saltar de la alegría, por fin había encontrado algo interesante en todo aquel planeta bueno-para-nada y corrió hasta aquel lugar. Sin observar nada más, ni bien sus pies descalzos tocaron la hierba verde, éste se zambulló en el agua cristalina olvidándose de lo mal que la había pasado en la arena ardiente y el sol abrazador. Tanta era la diversión del inmortal, que no había notado que tenía compañía.

Al caer la noche, el inmortal había vislumbrado fuego un poco más allá del oasis. Esto le llamó mucho la atención, ya que realmente creía que era el único en todo el mundo. Sigilosamente se dirigió hasta donde se encontraba aquel individuo. Era muy habilidoso, tenía la cualidad de caminar sin ser escuchado, y de moverse rápido sin ser notado. Así lo hizo, en menos de un minuto, el inmortal se encontraba detrás del individuo. Pero algo que no sabía, era que se estaba encontrando con otro inmortal que, al igual que él, también era extremadamente sensible y hábil. Su presencia le era perceptible para el otro.

En un abrir y cerrar de ojos, el primer inmortal estaba acorralado por el segundo. Sorprendido preguntó por su identidad. ¿Quién osaría a acorralar a un inmortal?

“Saburai” fue la palabra que escapó de sus labios. El primero lo observó con una sonrisa socarrona. ¿Así que <<Aquél que sirve>>? Liberándose de su amarre, el primero también se presentó.

“Shinobi, <<Aquél que práctica el Ninjutsu>>” Y dicho esto, se puso en guardia para atacarlo, pero el otro volvió a sentarse frente al fuego, ignorándolo completamente. Ofendido, el primer inmortal comenzó a gritarle que era un cobarde, que no merecía ser un inmortal como él. A lo que el otro contestó serenamente “No pelearé con Aquél que practica el Ninjutsu, porque no es merecedor de mi atención”. La indiferencia de su respuesta, no hizo más que provocarle una profunda rabia al inmortal.

Desde aquella noche, Shinobi intentó por todos los medios asesinar sigilosamente a Saburai pero éste siempre sabía cuándo rondaba a su alrededor y evitaba que su cabeza rodara por la arena, cientos de veces al día. Así la misma historia se repetía una y otra vez, alimentando el odio de Shinobi y la indiferencia de Saburai. La humanidad creció con ellos, dividiéndose en dos grandes porciones, los que seguían los ideales de Saburai, que creían en el honor y la justicia de enfrentarse cara a cara con el enemigo, y los que seguían la filosofía de Shinobi, que oportunistas, aprovechaban las ventajas del Arte del disfraz y del sigilo. Poco a poco, la existencia de ambos inmortales, se fue perdiendo a medida que la sociedad evolucionaba a su paso, aunque aquellos sentimientos siempre quedaron arraigados a las raíces humanas.

Los años pasaron, y con ellos la época de los Samuráis y los Ninjas se extinguió poco a poco, hasta llegar a la era moderna. Hoy en día, año 2010, muchos creen que ya estos guerreros fueron cosa del pasado y los seguimos recordando con películas, cómics, etc. Sin embargo, no todos piensan lo mismo.

Hay quienes dicen, que aún hoy, existen organizaciones que siguen entrenando gente que esté dispuesta a conservar las viejas costumbres, gente que aún siga creyendo que lo mejor sería seguir implementando el arte del sigilo… o gente que crea en el honor y la justicia…

¿Y tú, en quién quieres creer?